domingo, 30 de julio de 2017

http://es.antiquitatem.com/cligrama-technopaignia-poema-figura

http://ermitiella.blogspot.cl/2014/11/carmina-figurata.html


La caligrafía es considerada una forma de devoción.

https://ismailimail.wordpress.com/2014/12/08/calligraphy-is-considered-a-form-of-devotion/
La paz, la avispa, el taco,
las vertientes
César Vallejo

La paz, la avispa, el taco, las vertientes,
el muerto, los decílitros, el búho,
los lugares, la tiña, los sarcófagos, el vaso, las morenas,
el desconocimiento, la olla, el monaguillo,
las gotas, el olvido,
la potestad, los primos, los arcángeles, la aguja,
los párrocos, el ébano, el desaire,
la parte, el tipo, el estupor, el alma...

Dúctil, azafranado, externo, nítido,
portátil, viejo, trece, ensangrentado,
fotografiadas, listas, tumefactas,
conexas, largas, encintadas, pérfidas...

Ardiendo, comparando,
viviendo, enfureciéndose,
golpeando, analizando, oyendo, estremeciéndose,
muriendo, sosteniéndose, situándose, llorando...

Después, éstos, aquí,
después, encima,
quizá, mientras, detrás, tanto, tan nunca,
debajo, acaso, lejos,
siempre, aquello, mañana, cuánto,
¡cuánto!...

Lo horrible, lo suntuario, lo lentísimo,
lo augusto, lo infructuoso,
lo aciago, lo crispante, lo mojado, lo fatal.
lo todo, lo purísimo, lo lóbrego,
lo acerbo, lo satánico, lo táctil, lo profundo...

Cruzando espejos: 211. Antología de Spoon River: Columbus Cheney. Ed...

Cruzando espejos: 211. Antología de Spoon River: Columbus Cheney. Ed...: ¡Este sauce llorón! ¿Por qué no plantáis unos cuantos para los millones de niños que aún no han nacido, y no sólo para nosotros? ¿Son ac...
Defensa de saber: Paul Eluard 

I

Mi presencia no está aquí
Estoy vestido de mí mismo
No hay allí planeta que valga
La claridad existe sin mí.

Nacida de mi mano sobre mis ojos
Y desviándome de mi camino
La sombra me impide andar
Sobre mi corona de universo
En el gran espejo habitable
Espejo quebrado movimiento inverso
A donde el hábito y la sorpresa
Crean el fastidio de volver a la representación.


II

La aventura cuelga del cuello de su rival
El amor cuya mirada se rencuentra o se extravía
En los espacios de los ojos desiertos o poblados.

Todas las aventuras del rostro humano
Gritos sin eco signos de tiempos muertos sin memoria
Tantos rostros hermosos tan hermosos
A los que las lágrimas esconden
Tantos ojos tan seguros de sus noches
Como amantes muriendo juntos
Tantos besos bajo piedra y tanta agua sin nubes
Apariciones surgidas de ausencias eternas
Todo era digno de ser amado
Los tesoros son muros y su sombra es ciega
El amor está en el mundo para el olvido del mundo.


III

Colgados de los deseos de velocidad
Y cercando de plomo los más lentos
Los muros no hacen más frente
A los seres múltiples de los abanicos de seres
A los seres-cabelleras
Durmiendo en un reflejo ensangrentado
En su rabia salvaje
La tierra muestra sus palmas.

Los ojos están cerrados
Porque la frente quema
Coraje nocturno disminuir la sombra
De la mitad del espejo en sombra
La mitad del mundo la cabeza cae
Entre el dormir y el soñar.

IV

Es siempre la noche cuando yo duermo
Noche supuestamente imaginaria
Cuán tiernas al despertar todas las transparencias
La vida usa la vida mis ojos que libero
Ellos jamás han encontrado su poder.

V

Los hombres errantes más fuertes que las pequeñeces habituales
No se encuentran. Se cuenta
Que se devoraban. La fuerza de la fuerza
Esqueleto de conocimiento esqueleto de asnos
Siempre vagando en las cabezas y en las carnes
Vosotros sois muy temerarios en vuestras suposiciones.

Sabia degradación de los blancos
El vientre a la mesa todo el material necesario
La esperanza sobre todos los ojos pone sus cristales tallados
El corazón se da cuenta a pesar de todo lo vivido
Mientras que en las playas desnudas un solo hombre inderruible
Confunde todo color con la línea recta
Entremezcla todo pensamiento con la inmovilidad
Insensible a su presencia eterna
Y da la vuelta al mundo y da la vuelta al tiempo
La cabeza prisionera a su cuerpo atada.


VI

La noche los ojos los más confiados niegan
Hasta el agotamiento
La noche sin una brizna de paja
La mirada fija en una soledad de tinta.


VII

Qué bello espectáculo pero qué bello espectáculo
A abolir. Su visibilidad perfecta
Me volvería ciego.

De las crisálidas de mis ojos
Nacerá mi doble tenebroso
Hablando a contraluz sospechando adivinando
Colmando de lo real
Y someto al mundo en un espejo negro
E imagino mi poder
No habría que haber comenzado ni terminado nunca
Borro mi imagen soplo sus halos
Todas las ilusiones de la memoria
Todos los productos ardientes del silencio y de los sueños
Todos los caminos vivientes todos los azares sensibles
Estoy en el corazón del tiempo y cerco el espacio.

VIII

Habiendo dudado y perdido sucumbir en sí mismo
Mesa de imaginación calculo también
Tu puedes también tender tus últimas trampas
Del dolor del terror
La caída es hasta tus pies morder lo que está delante de ti

Las uñas se derraman como si fuesen de sangre
Alrededor de ti.

He aquí que el diluvio saca su cabeza del agua
Saca su cabeza de fuego
Y el sol anuda sus rayos busca tu frente
Para golpearte sin cesar
Para robarte por las noches
Bellos sortilegios impotentes
Tu no sabes ya sufrir
Tu retrocedes insensible invariable concreta
En el olvido de la fuerza y de todas sus formas
Y tu sombra es una cerradura.
Vida menor
Carlos Drummond de Andrade

La fuga de lo real,
todavía más grande la fuga de lo mágico,
más grande que todo, la fuga de sí mismo,
la fuga de la fuga, el exilio
sin agua y sin palabra, la pérdida
voluntaria del amor y la memoria,
el eco
ya no correspondiendo al llamado, y este fundiéndose,
la mano tornándose enorme y desapareciendo
desfigurada, todos los gestos al final imposibles,
si no fútiles,
la inutilidad del canto, la limpieza
del color, ni brazo a moverse ni uña creciendo.
Con todo, no la muerte.

Mas la vida captada en su forma irreductible,
ya sin ornato o comentario melódico,
vida a que aspiramos como paz en el cansancio
(no la muerte),
vida mínima, esencial; un inicio; un sueño;
menos que tierra sin calor; sin ironía ni ciencia;
lo menos cruel que se puede desear: vida
en que el aire, no respirado, todavía, me envuelva;
ningún gasto de tejidos; ausencia de ellos;
confusión entre mañana y tarde, ya sin dolor,
porque el tiempo no se divide más en secciones; el
tiempo
eludido, domado.

No lo muerto ni lo eterno o lo divino,
apenas lo vivo, lo pequeñito, lo callado, indiferente
y solitario vivo.
Eso procuro.
Pudiera ser
Alfonsina Storni

Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
No fuera más que aquello que nunca pudo ser,
No fuera más que algo vedado y reprimido
De familia en familia, de mujer en mujer.

Dicen que en los solares de mi gente, medido
Estaba todo aquello que se debía hacer...
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
De mi casa materna... Ah, bien pudiera ser...

A veces a mi madre apuntaron antojos
De liberarse, pero se le subió a los ojos
Una honda amargura, y en la sombra lloró.

Y todo eso mordiente, vencido, mutilado
Todo eso que se hallaba en su alma encerrado,
Pienso que sin quererlo lo he libertado yo.
El mundo cansado se cae en un agujero / y de la masacre lo que queda / se incorpora en la noche que cambia todos los gestos. Pierre Reverdy

Todas las habitaciones son habitaciones de justicia / Aquí conozco mi medida y el espejo / no me perdona. Louis Aragon.

Mis ojos fueron traidores, / ellos fueron consintientes, / ellos fueron causadores / que entrasen aquestas gentes. Jorge Manrique.

...tanto promete uno, que se desdice. François Villon.

...con soledad entre la gente verse, / y de la soledad acompañarse; / morir continuamente, no acabarse; / perderse, por hallar con qué perderse. Francisco de Quevedo.

Por la calle, nadie / revela jamás la pena que le roe la vida. / Caminan apresurados, como si estuviesen abstraídos en su andar, / y grandes sombras se bambolean. / Tienen rostros surcados y ojeras dolientes, pero nadie se queja. Cesare Pavese.

...dormía mi ser como los niños, / ¡y encendieron sus velas los absurdos! // Ahora el Otro está despierto. Jacobo Fijman

En las horas de amargura imagino bolas de zafiro, de metal. Soy dueño del silencio. Arthur Rimbaud.

¿Vale la pena estar solo, para estar siempre más solo? Cesare Pavese.

La campana negra del sexo / toca a ánimas adentro de mi melancolía. Pablo de Rokha.

De las crisálidas de mis ojos / nacerá mi doble tenebroso / hablando a contra-luz sospechando adivinando. Paul Éluard.

Que el saber no te angustie: yo no tengo ninguno, / pero la Tarde escucha. Aquél que se entristece / pensando en la indolencia no puede estar ocioso. John Keats.

Hoy abrí la ventana que mira al mar y al viento y me pareció que había abierto la trampa que estaba aquí en el suelo para los días de las conspiraciones y del miedo.

Y pues nadie que llega se detiene / tema más quien se mira más arriba. Francisco de Quevedo.

...lo menos cruel que se pueda desear; vida / en que yo no respire el aire, sino que me envuelva. Carlos Drummond de Andrade

Las bellas ventanas de gritos de alarma y de besos. André Breton.

...mi amor no se confía / a este hablar de los hombres, tan oscuro. Gabriela Mistral.

...por mucho cerrarla, robáronse la puerta. César Vallejo.



Dive Bouteille. François Rabelais 1494, Cinquième Livre (XVIème siècle), Pantagruel.

O Bouteille,
Pleine toute
De mystères,
D'une oreille
Je t'écoute :
Ne diffère,
Et le mot profère
Auquel pend mon cœur
En la tant divine liqueur,
Qui est dedans tes flancs reclose,
Bacchus, qui fut d'Inde vainqueur,
Tient toute vérité enclose.
Vin tant divin, loin de toi est forclose
Toute mensonge et toute tromperie.
En joie soit l'aire de Noach close,
Lequel de toi nous fit la tempérie.
Sonne le beau mot, je t'en prie,
Qui me doit ôter de misère.
Ainsi ne se perde une goutte
De toi, soit blanche ou soit vermeille.
O Bouteille,
Pleine toute
De mystères,
D'une oreille
Je t'écoute :
Ne diffère.


¡Oh Botella
toda henchida
de misterio,
tú haces bella
nuestra vida
en suave cautiverio!...
En la ciencia de báquico criterio
nuestro espíritu busque prez y gloria:
que en el licor más grato a la memoria
Dionisoso, celebrando su victoria
en la India, encerró toda su doctrina.
¡Oh savia generosa, oh luz divina
que la aflicción ahuyentas y el recelo!
El alma de Noé goce del cielo
porque inventó tan dulce medicina.
Que la esencia de la bota
me libre de adversa estrella
y no se pierda una gota
de la líquida centella.
¡Oh Botella
donde flota
la ilusión adormecida!
¡Oh Botella
toda henchida
de misterio,
tú haces bella
nuestra vida
en suave cautiverio!


La ilustración de Gustav Doré (1873) para la Divina Botella, Quinto Libro de Gargantúa y Pantagruel.

sábado, 29 de julio de 2017

VENGO DE LA MEDIOCRIDAD DE LAS CIUDADES

Vengo de la mediocridad de las ciudades,
vi de muy cerca, drogas y altas murallas,
mujeres atropelladas por el amor,
animales inscriptos en la seguridad social.

Caminaba por la calle y no miraba a nadie
caminaba por la calle y nadie me miraba.

Dejaba que el tiempo pasara por mi pluma,
dejaba caer sobre el papel, en blanco, la vida,
la vida plena, abierta, humana, que ya no viviré.

MIGUEL OSCAR MENASSA

jueves, 27 de julio de 2017

No quisiera morir de todo esto, / la mitad es convención, la otra mitad mentira. Dylan Thomas.

http://www.poesiagrupocero.com/seleccion/editados/2008/julio2008.htm
Yo me callo
Antonio Gamoneda

Yo me callo, yo espero
hasta que mi pasión
y mi poesía y mi esperanza
sean como la que anda por la calle;
hasta que pueda ver con los ojos cerrados
el dolor que ya veo con los ojos abiertos.

http://verseando.com/poeticas-actualizado-26jun505h/

LA TUMBA DE KEATS
por Juan Carlos Maestre

En la vida de un hombre siempre hay una mañana para la calamidad,
una mañana regida por las multiplicaciones del símbolo y la idolatría órfica de la perduración.
En la vida de un hombre hay almacenes llenos de objetos y maderas con insectos,
hay tensos mundos artificiales y canales por los que discurre la sangre hasta los vasos,
hay fósforo y sonido del delirio del fósforo,
la respiración de un tigre y la mano del desobediente cortada,
hay calor entre un semejante y otro y hay destrucción
porque existe en ellos la proximidad y el imán que la ahuyenta.
En la vida de un hombre hay zapatos usados por un padre,
hay profusas noches que luego nos darán temor, hay cuerpos de adivina,
cuerpos por primera vez, espantosos labios con rencor, la voz que nos conoce
y se queda ahí mirándonos como una res moribunda en el estanque helado.
En la vida de un hombre lo que tiene importancia y lo que no tiene importancia,
lo que se resiste a desaparecer, la aparición de una ciudad, el cansancio de los viajeros,
lo que favorece la ambición y lo que elogia la idea de abstenerse,
la duda moral de una vida solitaria, el descargo de multiplicarse en otros.

https://web.uchile.cl/publicaciones/cyber/16/crea1.html
Mi identidad secreta es, de Charles Simic: El cuarto está vacío / y la ventana abierta.

...todo en mí se dice con su sombra / y cada sombra con su doble. Alejandra Pizarnik
¿Quién soy yo?, se pregunta Monica Vitti
en El desierto rojo, de Antonioni.

Como Greta Garbo ante el espejo 
en Ninotchka, de Lubitsch.


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Arriba, un fotograma de Persona, de Bergman. 
Abajo, uno de Mulholland Drive, de Lynch.



La oreja como tentación.
Terciopelo azul (1986) - dirigida y escrita por David Lynch.

http://www.laescueladelosdomingos.com/search/label/David%20Lynch

Las ocasiones: W. H. Auden

Las ocasiones: W. H. Auden: EL MÁS AMANTE Uno sabe, mirando las estrellas, que puede irse al infierno si es por ellas, pero aquí, en este mundo, que te ignoren es ...

Las ocasiones: John Ashbery

Las ocasiones: John Ashbery: DOS ESCENAS I Nos vemos como en verdad nos comportamos: De cada esquina llega una ofrenda singular. Viene el tren con un retraso alegre; ...

miércoles, 26 de julio de 2017

Simone de Beauvoir

Simone de Beauvoir: Letras Libres
https://aquileana.wordpress.com/2007/10/29/jean-paul-sartre/

Determinismo vs. libertad

Determinismo vs. libertad: Letras Libres

Literatura y compromiso

Literatura y compromiso: Letras Libres
http://hablardepoesia.com.ar/numero-7/rene-char-y-la-definicion-del-poema/

La victoria
Guillaume Apollinaire

Un gallo canta yo sueño y el follaje agita
Sus hojas parecidas a pobres marineros
Alados y girando como Ícaro el falso
Unos ciegos gesticulando como hormigas
Se reflejaban bajo la lluvia en el espejo de la calle
Sus risas reunidas en racimos de uvas
No salgas más de mi casa diamante que hablabas
Duerme en calma es tu casa todo te pertenece
Mi cama mi lámpara y mi casco agujereado
Miradas preciosas zafiros tallados cerca de Saint-Claude
Los días eran una esmeralda pura
Me acuerdo de ti ciudad de los meteoros
Florecían en el aire durante esas noches en que nada duerme
Jardines de la luz donde junté esos ramos
Ya debes estar harta de asustar a ese cielo
Que siga con su hipo
Cuesta imaginarse
Hasta que punto el éxito vuelve a la gente estúpida y tranquila
En la escuela para ciegos preguntaron
No tienen algún chico ciego alado
Oh bocas el hombre está en busca de un lenguaje nuevo
Del cual el gramático de ninguna lengua pueda decir nada
Y las viejas lenguas están tan cerca de morir
Que en verdad es por hábito y falta de audacia
Que aún se las usa para la poesía
Pero son como enfermos desganados
Para mí que la gente se habituaría pronto al mutismo
La mímica al cine le alcanza
Pero insistamos en hablar
Movamos la lengua
Salpiquemos saliva
Queremos sonidos nuevos sonidos nuevos sonidos nuevos
Queremos consonantes sin vocales
Consonantes que exploten sordamente
Imiten el ruido del torno
Dejen burbujear un sonido nasal y continuo
Chasqueen la lengua
Hagan el ruido sordo del que come sin urbanidad
El carraspeo aspirado de la escupida también sería una linda consonante
Los diversos pedos labiales también volverían estrepitosos sus discursos
Acostúmbrense a eructar con ganas
Y qué letra grave como una campanada
Atraviesa nuestras memorias
No amamos lo suficiente la alegría
De ver las bellas cosas nuevas
Oh apúrate amiga
Teme que un día un tren no te conmueva
Más
Míralo más rápido por ti
Esos ferrocarriles que circulan
Pronto saldrán de la vida
Serán bellos y ridículos
Dos lámparas arden delante de mí
Como dos mujeres que se ríen
Agacho tristemente la cabeza
Ante la burla ardiente
La risa se expande
Por todas partes
Hablen con las manos hagan chasquear sus dedos
Golpéense las mejillas como un redoblante
Oh palabras
Ellas siguen por entre los arrayanes
A Eros y a Anteros llorando
Yo soy el cielo de la ciudad
Escuchen el mar
El mar gemir a lo lejos y gritar muy solo
Mi voz fiel como la sombra
Quiere al fin ser la sombra de la vida
Quiere ser oh mar viviente infiel como tú
El mar que traicionó a tantos marinos
Se tragó mis grandes gritos como a dioses ahogados
Y el mar al sol sólo soporta la sombra
Que los pájaros proyectan con las alas desplegadas
La palabra es repentina y es un Dios que tiembla
Avanza y sostenme yo añoro las manos
De quienes las tendían y juntos me adoraban
Qué oasis de brazos me recibirá mañana
Conoces acaso esta alegría de ver cosas nuevas
Oh voz ahora hablo el lenguaje del mar
Y en el puerto la noche de las últimas tabernas
Yo que soy más testarudo que la hidra de Lerna
La calle donde mis manos nadan
Hurgando la ciudad con dedos sutiles
Se va pero quién sabe si mañana
Al volverse calle inmóvil
Quién sabe cuál sería mi camino
Piensa que los ferrocarriles
Pronto pasarán de moda y quedarán abandonados
Mira
La Victoria ante todo será
Ver muy a lo lejos
Ver todo
De cerca
Y que todo tenga un nombre nuevo


 Poema leído en el casamiento de André Salmon
el 13 de julio de 1909.
Guillaume apollinaire

Al ver banderas esta mañana no me dije
Mira la ropa de rico de los pobres
Ni el pudor democrático quiere velarme su dolor
Ni la libertad con honor hace que ahora se imite
A las hojas oh libertad vegetal oh única libertad terrestre
Ni arden las casas porque partiremos para nunca más volver
Ni esas manos agitadas trabajarán mañana para todos nosotros
Ni siquiera se colgó a quienes no sabían gozar de la vida
Ni siquiera se renueva el mundo tomando otra vez la Bastilla
Yo sé que sólo lo renuevan quienes están fundados en poesía
Embanderaron París porque mi amigo André Salmon se casa
Nos conocimos en un sótano maldito
En los tiempos de nuestra juventud
Fumando los dos y mal vestidos esperando al alba
Enamorados enamorados de las mismas palabras a las que habría que cambiarle el sentido
Engañados engañados pobrecitos y sin saber reír todavía
La mesa y los vasos se convirtieron en un moribundo que nos lanzó la última mirada de Orfeo
Los vasos cayeron se rompieron
Y nosotros aprendimos a reír
Entonces salimos peregrinos de la perdición
A través de las calles a través de las comarcas a través de la razón
Lo volví a ver a orillas del río en el que flotaba Ofelia
Que blanca flota aún entre nenúfares
Se iba entre Hamlets pálidos
Tocando en la flauta la canción de la locura
Lo volví a ver junto a un mujik moribundo contar las beatitudes
Admirando la nieve semejante a mujeres desnudas
Lo volví a ver haciendo esto o aquello en honor de las mismas palabras
Que cambian las caras de los chicos y digo todas estas cosas
Recuerdo y Porvenir porque mi amigo André Salmon se casa
Alegrémonos no porque nuestra amistad fue el río que nos fertilizó
Terrenos ribereños cuya abundancia es el alimento que todos esperan
Ni porque nuestros vasos nos lanzan una vez más la mirada de Orfeo moribundo
Ni porque crecimos tanto que muchos podrían confundir nuestros ojos con las estrellas
Ni porque las banderas golpean las ventanas de los ciudadanos que están contentos desde hace cien años por tener la vida y pequeñas cosas que defender
Ni porque fundados en poesía tenemos derechos sobre las palabras que forman y deshacen el Universo
Ni porque podemos llorar sin hacer el ridículo y sabemos reír
Ni porque fumamos y tomamos como antes
Alegrémonos porque director del fuego y de los poetas
El amor que llena como la luz
Todo el espacio sólido entre estrellas y planetas
El amor quiere que hoy mi amigo André Salmón se case

La música de las palabras: Guillaume Apollinaire: El infierno/L'enfer

La música de las palabras: Guillaume Apollinaire: El infierno/L'enfer: Cruzó el desierto un hombre sin nada tomar y una noche llegó de la mar al confín; la marea amarga el ver más sed le hizo sentir: el h...
“Yo me he asomado a las profundas simas / de la tierra y del cielo, / y les he visto el fin, o con los ojos / o con el pensamiento.” Gustavo Adolfo Bécquer Rima XLVII.

“Ésta es el hambre. Un animal / todo colmillo y ojo / No se harta en una mesa / Nadie lo engaña ni distrae / No se contenta con un almuerzo o una cena / Anuncia siempre sangre / Ruge como león, aprieta como boa / piensa como persona / No acercarse”. Nicolás Guillén 'El gran Zoo'


Yo lloro en medio de lo invadido, entre lo confuso
Pablo Neruda, “Débil del alba” en Residencia en la tierra

Sangre que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardos
Federico García Lorca, Oda a los negros, Poeta en Nueva York

El amor amoroso/ de las parejas pares
Ramón López Velarde, “El retorno maléfico”



Es un corazón
este holocausto en el que entré

Sylvia Plath – Mary’s song



…Y esta sórdida vendimia
es la memoria.

Juan Carlos Gea – Bajamar



Una cosa es cantar a la amada. Otra, ay, ese oculto,
culpable, río dios de la sangre.
(de Rilke, inicio de la Tercera Elegía de Duino)

Ya los musgos y la hierba
abren con dedos seguros
la flor de su calavera.
( Lorca, en su Llanto por Ignacio Sánchez Mejías)


El señor presidente de Miguel Ángel Asturias: "las tumbas son calladas por fuera".

“No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.”

Walking around. Pablo Neruda



“No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en el cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.”

Ciudad sin sueño (nocturno del Brooklyn Bridge). Federico García Lorca

1. labor omnia vincit/ improbus. (geórgicas I, virgilio)

2. vive the millenni /um three cheers for labor /give all things to enni /one bugger thy nabor (flotsam and jetsam, william carlos williams)

“Corazón vuelto arcilla en unas manos
largamente esperadas, crece el mundo.”
De “Tragedia de la manzana”, Ted Hughes

Miedo del teléfono que suena en el silencio de la noche muerta.
Raymon Carver / Miedo

***
toda la noche llueves todo el día
abres mi pecho con tus dedos de agua
Octavio Paz / Piedra de sol

Sin remedio, hijo mío, ¡vomita! No hay remedio.
Federico García Lorca / Paisaje de la multitud que vomita, en Poeta en Nueva York

Ver al mundo es deletrearlo (Pasado en claro. Octavio Paz)

La ciudad está en mí como un poema (Vanilocuencia. Jorge Luis Borges)

Sé que los únicos paraísos no vedados al hombre son los paraísos perdidos (Buenos Aires. Jorge Luis Borges)

Siento el pavor de la belleza: ¿quién se atreverá a condenarme si esta gran luna de mi soledad me perdona) (Casi Juicio Final. Jorge Luis Borges)

El mundo es unas cuantas tiernas imprecisiones (Manuscrito hallado en un libro de Joseph Conrad. Jorge Luis Borges)

Ciudad que se oye como un verso (Montevideo. Jorge Luis Borges)

Volverá toda noche de insomnio: minuciosa. (La noche cíclica. Jorge Luis Borges)

Sólo una cosa no hay. Es el olvido (Everness. Jorge Luis Borges)

Ah, ciudad que viaja para desconcierto de las caravanas (Ciudad interior. Elva Macías)

Estar simplemente como delgada carne ya sin piel, (Declaración de odio. Efraín Huerta)

Recuerdo que el amor era una blanda furia (Eduardo Lizalde)

Grande y dorado, amigos, es el odio, (Grande es el odio. Eduardo Lizalde)

Sólo somos inmortales por irrepetibles (Eduardo Lizalde)

La palabra o es el sitio del resplandor, pero insistimos, insistimos, nadie sabe por qué (Recuento. Rafael Cadenas)

Todo en la noche vive una duda secreta: (Nocturno miedo. Xavier Villaurrutia)

porque la ausencia de tu sueño ha matado a la muerte (Nocturno amor. Xavier Villaurrutia)

¿Qué nombre dar a la blancura sobre lo blanco? (Cementerio en la nieve. Xavier Villaurrutia)

“Mi novia me dio un pañuelo con orillas de llorar” (Se valen estos, aunque Juan Rulfo lo puso en una novela?. / Pedro Páramo)

** “Adonde yo soy tú somos nosotros”
Octavio Paz / Piedra de sol.

** Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo”.
Jorge Luis Borges / El amenazado

** “Sólo que me queda el goce de estar triste”
Borges / 1964

** “un no sé qué que quedan balbuciendo”
San Juan de la Cruz / Cántico espiritual.

** “Donde hay ropas colgadas de un alambre, calzoncillos, toallas y camisas que lloran lentas lágrimas sucias”
Pablo Neruda / Walking around-

** “Al menos me otorgo a mí mismo un desprecio sin lágrimas”
Fernando Pessoa / Tabaquería

*** “Por sobre el alma el aleteo inútil
de lo que no fue, ni puede ser, y lo es todo.
Dame más vino, porque la vida es nada.”
Fernado Pessoa (Libro del desasosiego)

** “El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que llega a fingir que es dolor
el dolor que de veras siente”
Fernando Pessoa / Autopsicografía

** “Como estallidos de nafta en una noche oscura, en una noche silenciosa”
Como verso, está en Sobre héroes y tumbas / Ernesto Sábato

** “Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río”
Borges / Arte poética

** “El silencio del pájaro dormido”
Borges / El sur.

** “No es tu sexo lo que en tu sexo busco, sino ensuciar tu alma”
Leopoldo María Panero / Diario de un seductor.

…I should have been a pair of ragged claws
Scuttling across the floors of silent seas…

(…Debí haber sido un par de garras heridas
recorriendo los suelos de mares silenciosos…)

Canción de amor de J. Alfred Prufrock.
T. S. Elliot

Ante el desenlace largamente previsto
lo imposible de guardar
es lo único que importa.

Décimacuarta poesía vertical
Roberto Juarroz


Epígrafe (de Charles Baudelaire)

EPÍGRAFE PARA UN LIBRO CONDENADO

Lector apacible y bucólico,
Sobrio e ingenuo hombre de bien,
Tira este libro saturnal,
Orgiástico y melancólico.

Si no has estudiado retórica
Con Satán, el astuto decano,
¡tíralo!, no entenderías nada,
o me creerías histérico.

Mas si, sin dejarse hechizar,
Tus ojos saben hundirse en los abismos,
Léeme para aprender a amarme;

Alma singular que sufres
Y vas buscando tu paraíso,
¡compadéceme!… si no, ¡te maldigo!


La noche por ser triste carece de fronteras.
Luis Cernuda, La realidad y el deseo

Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman.
Luis Cernuda, La realidad y el deseo

Después un ruido sordo, azul y numeroso,
preso en el caracol de mi oreja dormida
(Nocturno muerto. Xavier Villaurrutia)


“He soñado tanto contigo que pierdes tu realidad”.
Robert Desnos. He soñado tanto contigo.

“Porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe”.
Luis Cernuda. No decía palabras.

“Es obvio que ya no sabes cómo sufrir”.
Carlos Drummond de Andrade. Tus hombros sostienen al mundo.

“El bosque da a los árboles seguridad”
Paul Eluard. La muerte, el amor, la vida.

“Tela de caricias que desnuda al vestir”
Ulalume González de León. Inventario.

“Lo tengo demasiado cerca para que sueñe conmigo”.
Wislawa Szymborska. Lo tengo demasiado cerca…

“Vivir, desde el principio, es separarse”.
Pedro Salinas. Razón de amor.

“cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo con esta sola boca?”
Olga Orozco

En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?
Quéjase de la suerte, Sor Juana Inés de la Cruz

"La palabra es repentina y es un Dios que tiembla” La victoria Guillaume Apollinaire

Mi Musa Intrusa: ROSAMEL DEL VALLE

Mi Musa Intrusa: ROSAMEL DEL VALLE: Esa pura inocencia que es la noche o la muerte. Venid, seres del miedo,venid Las piedras se movían en la tierra de los muertos. Ne...

la comparecencia infinita: rosamel del valle / santuario

la comparecencia infinita: rosamel del valle / santuario: Un día los pájaros vuelan por debajo del agua. Tú, la extranjera, recoges la luz exilada en un país del polo. Has movido esta vi...

martes, 25 de julio de 2017

La calle
Nicolás Guillén

La calle es un gran Río de aire,
un río de sangre,
de esqueletos
y sueños.


¿No ha visto usted la calle?
Ella es estrecha y ancha
y oscura y rutilante,
silenciosa y alborotada,
pacífica y ¡abajo,
muera el rey!
Con perros, niños, automóviles,
hombres, mujeres, policías,
lodo, piedras,
lluvia, asfalto, todo
lo que usted sabe ya que hay en la calle,
que siempre hay en la calle.


Los edificios la custodian,
la mantienen en línea
como soldados. La vigilan.
Allí se están con ella.
No la abandonan. Viven
seguros de que si la abandonaran,
ella se fugaría.


Mire la calle.
¿Cómo puede usted ser
indiferente a ese gran Río
de huesos, a ese gran Río
de sueños, a ese gran Río
de sangre, a ese gran río?
¿A ese gran río?


Venga usted y acompáñeme.
¿Quiere que abramos la puerta de la calle?
¡Qué gusto ser un hombre simple,
no-senador,
no-diputado,
no-alcalde,
no-líder,
no-profesor,
no-presidente,
no-ministro!
No.
Un hombre simple
para poder andar andando por la calle,
callejeando y andar mirando a todo el mundo,
hablando a todo el mundo,
el mundo universal que no nos pide nada.
Salgo con mi chaqueta
(apenas una ligera piel sobre la piel y el hueso),
sin sombrero,
sin cuello ni corbata.
Simple, lo digo y me repito.


¿Ve usted? Es el carnicero.
Lo saludo, pero aparto
la vista de todos esos cadáveres vacíos,
de todos esos muertos sin venganza que lo ciñen
como un agua rojiza.
¿Qué tal va el carnicero? -le pregunto.
Y él me responde con su voz sangrienta
llena de vísceras
corrompidas:
Va bien, su señora llevó hoy la carne muy temprano.


Mire usted esa tienda, mire usted al tendero.
Venga, dice el tendero, venga.
Luego me anuncia que han llegado arenques
ahumados; me presenta
una gran caja de Noruega
llena de peces egipcios momias
llena de peces rectos
duros metálicos brillantes.
En fin, arenques.
Como ando a pie y soy el No-Importante
puedo comprar uno y comerlo
allí mismo,
junto al alegre mostrador lleno de moscas,
frente a un vaso de láguer.


¡La calle, ésta es la calle!
Corre un aire fino, seco,
pero lo mismo
podría llover. ¿No ocurre esto en la calle?
Hay sol, es cierto, pero igualmente
podría estar el cielo a flor de tierra,
el aire eléctrico, fosfórico, la turbonada
rezongando, como una vieja
de mal humor al fondo de la casa.
Anda la gente en paz, pero lo mismo
podría correr, moverse
como si fuera un hormiguero que al pasar
irritáramos de un pisotón.


Mire la calle. Vea
el lento río de sangre,
de esqueletos y sueños.
El lento río de huesos.
Mire usted, pasa
ahora el amor hecho un gran beso
rojo, largo, sin fin
bajo los árboles.
Pasa
un niño en pie sobre su escuela.
Pasa un grito lleno de periódicos.
Mire usted hacia allá, vea:
Diez esqueletos juntos entran en un cine
Pequeños poemas
Jack Kerouac

1

Las hormigas deambulan
en el espejo de
la mente,
sobre las arenas
que yo
observo falsamente



2

Percibo de este estado de ánimo
su vacío
es decir la naturaleza
de la forma

En mis sueños
una ciudad horrible
es
discriminación individual
—la ciudad actual
es
una mente universal



3

Dejo de soñar
y las pequeñas ondas
desaparecen del rostro actual
de la mente universal
el resultado:
ya no estoy aquí

“Los héroes del estado búdico
—Bodhisattvas—*
no poseen una individualidad fragmentada”

La realidad es
la nada—
Nosotros pensamos
nos esforzamos


*Aquél que consagra su vida a la realización del estado búdico.



Letralia, Tierra de Letras | TransLetralia | El mar, el océano, en la poesía francesa | Introducción, selección, traducción, notas y fotografías: Wilfredo Carrizales

Letralia, Tierra de Letras | TransLetralia | El mar, el océano, en la poesía francesa | Introducción, selección, traducción, notas y fotografías: Wilfredo Carrizales
Poemas de Drummond de Andrade

Música

Una cosa triste en el fondo de la sala.
Me dijeron que era Chopin.
La mujer de brazos redondos que no muslos
martillaba en la dentadura dura
bajo el lustre complaciente.
Yo consideré las cuentas que era preciso pagar;
los pasos que era preciso dar;
las dificultades...
Encuadré a Chopin en mi tristeza
y en la dentadura amarilla y negra
mis cuidados volaron como mariposas.


(De Alguna poesía; 1930)



Los hombros soportan el mundo

Llega un tiempo en que no se dice más: Dios mío.
Tiempo de absoluta depuración.
Tiempo en que no se dice más: amor mío.
Porque el amor resultó inútil.
Y los ojos no lloran.
Y las manos tejen apenas el rudo trabajo
y el corazón está seco.

En vano las mujeres golpean a la puerta, no abrirás.
Quedaste solo, la luz se apagó,
mas en la sombra tus ojos resplandecen enormes.
Eres todo certeza, ya no sabes sufrir.
Y nada esperas de tus amigos.

Poco importa que venga la vejez, ¿qué es la vejez?
Tus hombros soportan el mundo
y él no pesa más que la mano de un niño.
Las guerras, las hambres, las discusiones dentro de los edificios
prueban apenas que la vida prosigue

y no todos se libertarán aún.
Algunos, hallando bárbaro el espectáculo,
preferirían (los delicados) morir.
Llegó un tiempo en que no se anticipa morir.
Llegó un tiempo en que la vida es una orden.
La vida apenas, sin mistificación.

(De Sentimiento del mundo; 1935-1940)



Cota cero

STOP.
¿La vida paró
o fue el automóvil?


(De Alguna poesía; 1930)



Un son de vida resonando

De los héroes que cantaste, ¿qué quedó sino la melodía de tu canto?
Las armas en herrumbre se deshacen, los barones en la sepultura dicen nada.
Y tu verso, tu rudo y tu suave balance de consonantes y vocales,
tu ritmo de océano sufriendo que los recordará aún y siempre recordará.
Tú eres la historia que narraste, no el simple narrador.
Ella persiste más en tu poema que el tiempo neutro,
universal sepulcro de la memoria.
Bardo, fuiste de los dioses más que de las ninfas, las ondas en furor,
cielos en delirio, astucias, plagas, guerras y codicias,
lodoso material fundido en oro.
Multisexual germinador de asombros, en la hoja blanca
viniste demostrando lo que a los hombres,
en la lucha contra el destino, cabe tentar, cabe vencer,
perder, y en esto se resume la irresumible condición
humana en el eterno juego sin sentido mayor que el de jugar.
Y cuando de altos hechos te entendías y volvías al común
sufrir pedestre del desamado, no te veo
a ti perdido de nostalgias y desdenes.
Luis, hombre extraño, que por el verbo es, más
que un amador del propio amor palpitante, olvidado,
revoltoso, sumiso, renaciente, refloreciendo
en cien mil corazones multiplicado.
Es el lenguaje. Dolor particular que deja existir
para hacerse dolor de todos los hombres, musical,
en la voz de órfico acento, peregrina.
¿Qué pájaro lascivo se intercala en la quejumbre
sutil de tu estrofa y no sabe más si es dolor,
delicia y espina, halago, y muerte, renacimiento?
¿Voluptuosidad y gemir, y del gemido destilar
la canción consoladora a cuantos de consuelo carecían
y jamás la harían por sí mismos?
(¡Maldito día de nacer que en bendiciones para
nosotros se convirtió!)
Ya tengo una palabra preescrita que todo
expresa cuanto en mí se turba.
Por los antiguos y por los venideros, fuiste discurso
de general amor.
Camões —¡oh son de vida resonando en cada
sílaba tuya trémula de amor y guerra
y sueño entrelazados!


(De La rosa del pueblo; 1941)



Paso del año

El último día del año
no es el último día del tiempo.
Otros días verás
y nuevas cosas y vientres te comunicarán el calor de la vida.
Besarás bocas, rasgarás papeles,
harás viajes y tantas celebraciones
de aniversario, licenciatura, promoción, gloria, dulce muerte
con sinfonía y coral,
que el tiempo dejará repleto y no escucharás el clamor,
los irreparables aullidos del lobo, en la soledad.

El último día del tiempo
no es el último día de todo.

Deja siempre una franja de vida
donde se sientan dos hombres.
Un hombre y su contrario,
una mujer y su pie,
un cuerpo y su memoria,
un ojo y su brillo, una voz y su eco,
y quién sabe si hasta Dios...

Recibe con simplicidad este presente del acaso.
Mereciste vivir más de un año.
Desearías vivir siempre y agotar la borra de los siglos.
Tu padre murió, tu abuelo también.
En ti mismo muchas cosas ya expiraron, otras esperan la muerte,
mas estás vivo. Todavía una vez estás vivo,
y del copo en la mano esperas amanecer.

El recurso de embriagarse.
El recurso de la danza y del grito,
el recurso de la bola coloreada,
el recurso de Kant y de la poesía,
todos ellos... y ninguno resuelve.

Surge la mañana de un nuevo año. Las cosas están limpias, ordenadas.
El cuerpo gastado se renueva en espuma.
Todos los sentidos alertas funcionan.
La boca está comiendo vida.
La boca está tapada de vida.
La vida te escurre en la boca,
ensucia las manos, la calzada.
La vida es gorda, grasienta, mortal, subrepticia.


(De La rosa del pueblo; 1941)



Esas cosas

“Usted no está más en la edad de sufrir por esas cosas”.

Hay entonces la edad de sufrir
¿es la de no sufrir más por esas, esas cosas?

¿Las cosas sólo debían acontecer
para hacer sufrir
en la edad propia de sufrir?

¿O no se debía sufrir
por las cosas que causan sufrimiento
pues venían fuera de hora, y la hora es calma?

¿Y si no estoy más en la edad de sufrir
es porque estoy muerto, y muerto
es la edad de no sentir las cosas, esas cosas?


(De Las impurezas del blanco; 1973)
 Un supermercado en California
Allen Ginsberg

Cuánto he pensado en ti esta noche, Walt Whitman, hoy que
bajo los árboles he recorrido las callejuelas mientras me dolía la cabeza
mirando afectadamente la luna llena.

¡En mi hambrienta fatiga, en busca de imágenes, entré
en el supermercado de frutas de neón, soñando con tus enumeraciones!
¡Qué melocotones y qué penumbras! ¡Familias enteras
de compras por la noche! ¡Pasillos repletos de maridos! ¡Esposas
entre los aguacates, bebés en los tomates!—y tú, García Lorca, ¿qué
estabas haciendo tú allí junto a las sandías?

Te vi, Walt Whitman, sin retoños, solitario y viejo zapador,
asomándote entre las carnes del refrigerador y espiando a los jóvenes
reponedores.

Te oí preguntarle a cada uno: ¿Quién asesinó a las
chuletas de cerdo? ¿A qué precio los plátanos? ¿Sois vos mi ángel?
Paseé, yendo y viniendo de las pilas de latas relucientes
persiguiéndote, y perseguido en mi imaginación por el guarda de seguridad
del establecimiento.
A grandes zancadas recorrimos juntos los extensos pasillos
cada uno a su antojo catando alcachofas, apoderándonos de cada
congelado manjar, y nunca pasando por la caja.
¿A dónde vamos, Walt Whitman? Las puertas cierran
dentro de una hora. ¿Qué camino te señala esta noche la barba?
(Acaricio tu libro y sueño con nuestra odisea en el
supermercado y me siento ridículo).
¿Caminaremos toda la noche por calles solitarias? Los árboles
a la sombra añaden sombra, en las casas las luces apagadas, ambos
vamos a sentirnos solos.

¿Pasearemos soñando con la perdida América del amor,
dejando atrás coches azules en los aparcamientos, hacia nuestro silencioso chalet?
Ah, querido padre, viejales, solitario viejo maestro del coraje,
¿Qué America te encontraste cuando Caronte dejó de impulsar su barcaza y
te bajaste en una orilla llena de humo y te quedaste allí mirando cómo la barca
se perdía en las oscuras aguas del Leteo?
Memoria monólogo
Rosamel del Valle

Y vino el tiempo de la pequeña eternidad
La piedra en luz de lo que muere y resucita
Porque la duración es una gota de rocío
Con esto recordarás al pájaro que una mañana
Cantaba sobre el sol
Para que el árbol que protege tu sueño diera frutos
Mientras el mar desvestía a sus náufragos en mi cuerpo
Ahora el tiempo ¿cólera? ¿canto?
Está a las puertas de la casa del sol
Y el mar abre el pecho y conversa
Con peregrinos terrestres vestidos de espumas
Doctores de la ley de la profundidad y del espacio
(Así tomados de la mano nos iremos a las clínicas
O a laboratorios en vez de hacia bosques ardientes?
.Se les conocía por retratos de otros tiempos
Un rostro y una sonrisa mas sin nombre alguno
-El nombre se había borrado como se habían hundido
Sus miradas en una visión inalcanzable-
E innecesario ya y caído del marco hacia la noche.
Debemos regar el corazón
Con esas memorias
Donde el tábano puso la daga
Y la abeja la música
Varillas de viento
Para golpear
El aroma muerto de la vida
Quizás exista aún la respiración
De una vertiente
De otro mundo
Transformándose en taladro para abrirse
Pero no enciendas el acto ni las palabras
Ya. que mucho hemos ardido
Junto a la zarza
¿No eres tú quien durmió por años
En un rayo de sol?
Yo sólo inventé el vacío para que pasaras
Adán y Eva en el jardín ardiente
El hijo por nacer desde tus cabellos
Yo el padre ciego
Conducido por el ruido del ángel
Hacia el exilio
Oh y en esa columna de cielos en equilibrio

Con el cuello en llamas
Con los ojos en viaje por desiertos
Con el corazón picoteado por pájaros
Y no era la hora que canta en los relojes
La hora que traen en sus alas las luciérnagas
Sino la hora del sol en la ventana
Con palomas brillantes
Que entran
Y se paran en sus hombros
Correr la luz que te reanima hacia mi
Aunque se haya borrado el camino
De todas las estrellas
En la exaltación sin piedad de las palabras
De las palabras parecidas a fogatas en la lengua
Se ve
En el reino de las burbujas encantadas
No lo olvides
El tiempo
La familia duerme debajo de un árbol no lo olvides
La cena es la visión sin apóstoles
Los sueños flotan sobre la arena por la noche
Los quehaceres mágicos no lo olvides
Se pegan a la goma de las plantas
Y las plantas se doblan hacia la red del vacío
Con la idea de resucitar no lo olvides
La vida hierve a fuego lento
Y la muerte no lo olvides se adorna los huesos
Con meteoros
Mañana las ciudades
Empezarán a alejarse unas de otras
Entre llamas
En la danza de la permanencia secreta
No lo olvides aunque el hombre esté ahora
Irritado con su propia sombra
Con el hueco
Donde a toda hora se resecan sus palabras
El gesto de mimo para la resurrección
El acto del fruto verde todavía
Dispuesto a no saltar hacia la noche
Aun tentado por las trompetas
Y la solemnidad del Juicio
O por el prometido exilio angélico
No lo olvides canta
En el éxtasis matutino
Canta con una rama encendida en cada mano
Predice las hermosas catástrofes
Soñadas en tu infancia
Detiene el vuelo de los pájaros que emigran
Florece como un coral en el centro del océano
Viaja hacia la casa solitaria
Carcomida por la niebla
Ahí está tu imagen en mi imagen
La risa de los amigos muertos o a punto de morir
Los padres cubiertos por la harina
Con que fuimos formados
Y la campana que es la porfiada
Respiración del tiempo
Dormida estás lo imagino y tu sonrisa
Es el movimiento marino de las cosas
Aun el de las que no existen
El movimiento de las abejas que son mis años
Las cuerdas de los días que me sostienen el cuerpo
¿Y de dónde sale la mano luciente?
¿La voz parecida a la de los frutos en la rama
¿La música del árbol más alto que la tierra?
Oh poderoso vacío
Adiós sin adiós
Universo de silenciosas fronteras
En otro tiempo
Quise iluminar el color de la noche
Secreta purificación y diálogo con el origen
De sombra a sombra
¿Creció el corazón?
¿Fue más liviano el cuerpo?
¿Compartí la soledad sin ojos?
Espaldas salieron a mi encuentro
Y ni la muerte hablaba un lenguaje distinto
”.
Tú dices:
La luz es un pájaro muerto en tu espalda
La vida se baña en el río de las lágrimas
No duermes
Sueñas hacia el país donde soy la sonámbula
Tenaces
Bajo el cielo de vidrio
Una sala vida
En mi para ti
La soledad de la mujer de Lot
La del tiempo por la Via Appia
Cipreses
Y el polvo en torbellino de las legiones
Resurrección resurrección
Cuerpo y sombra en un mismo nido
”.
¿Recuerdas? No lo olvides
Todo está ahí
Y dudo si cantar

O morir
La noche en las hojas
Rosamel del Valle

Tienes la espalda crecida de anillos.
Qué negras lámparas hacen volar golondrinas durante tu trabajo.
Mientras colocas tu cansado pensamiento sobre la mesa,

mientras haces caer algunas nubes de tu boca,
mientras las puertas cansadas de girar dan paso a los delirios,
mientras deshojas las inscripciones de las piedras,
qué largo humo viene de tus ojos donde todo está en movimiento,
donde los hombres y las mujeres sueñan y los animales devoran corolas,
donde hay una estrella sobre tu mano.
Alguien se ahoga cerca de tu pecho y pide socorro.
Algo que debe ser la imagen de lo que soy cuando no duermo.
Cada vez que te mueves el alba
muestra sus dos pequeños pies entre tus dientes.
Niño
Gonzalo Millán

Encontrarán siglos después,
cuando sólo queden los envases
de una sociedad
que se consumió a sí misma,
sus restos
de pequeño faraón dentro
de un refrigerador descompuesto,
enterrado
bajo unas pirámides de basura.
El cisne troquelado, el Encuentro
Juan Luis Martínez

Nombrar / signar / cifrar: el designio inmaculado:
su blancura impoluta: su blanco secreto: su reverso blanco.
La página signada con el número de nadie:
el número o el nombre de cualquiera: (LA ANONIMIA no nombrada).
El proyecto imposible: la compaginación de la blancura.
La lectura de unos signos diseminados en páginas dispersas.
(La Página en Blanco): La Escritura Anónima y Plural:
El Demonio de la Analogía: su dominio:
La lectura de un signo entre unos cisnes o a la inversa.
Vértigo o viaje
Gustavo Ossorio

Sube el llanto
Por un borde dividido
Por un despertar
Hacia la lengua y lo que viene

Yo he perdido mi presencia
Yo he dejado justamente el humo inesperado de mi cabeza
Sobre la oscuridad que va moviéndose

La muerte se conturba
Y torna a su óxido redondo
Memorable estar y llama
Mientras el cuerpo se abre
A su acto desconocido
Por la arena o la mañana clavada a la noche

Qué puede qué podría poder el ruido del error
Ante la mano caída de la espera
Qué podría el error opuesto al fin
Olvidado de la sangre
Con una persecución y un área de sal ahora
Yo perdí mi presencia
Pude haber el secreto de ir y de venir
Por el invierno

Que día y paso en la atmósfera de vidrio
Para siempre.
Voluntad
Rosamel del Valle

Esta primavera de frías paredes y de presencias enfermas de sombra
es el ruido secreto que desata los pies en el clima largo tiempo nocturno.
Una paloma en el aire de la nada del pecho
derrama el mensaje sospechado en el temblor de alambre del sueño.
Que el libro de invisible escritura que nadie abre en el miedo de las venas
muestre por fin su dichoso o terrible resplandor de lengua desgarrada.
Que esté oscuro el hombre como el mundo está oscuro,
pero que abra para siempre sus inmensos ojos de viajero que regresa en el día.
Estela
Blaise Cendrars

El mar continúa para ser de un azul de mar
El tiempo continúa para ser el más bello tiempo que yo he
jamás conocido en el mar
Esta travesía continúa para ser la más tranquila y la más
desprovista de incidentes que se pueda imaginar
Una canción de progresiones
Ezra Pound

I

Descanso entre colores chinos
Porque pienso que el vidrio es vil


II

El viento se sacude sobre el centeno —
con un combate plateado,
Una escuálida guerra de metal.
He sabido de un redondel dorado
Lo he visto derretirse sobre mí
He conocido el sitio de piedras brillantes
El recinto de colores diáfanos.


III

¡Oh vidrio! ¡insidioso mal!, ¡Oh confusión de colores!
Oh luz encadenada y corrupta en espíritu de cautivo,
¿Por qué estoy inquieto? ¿Para qué fui tirado?
¿Por qué está tu brillo lleno de curiosa desconfianza?
Oh vidrio insidioso y tímido. ¡Oh explosivo oro!
Oh filamentos de ámbar, con dos caras tornasoladas.

domingo, 23 de julio de 2017

"Parte del prestigio de Kafka resulta de la fascinación de la letra K", curiosa observación de Carlos Drummond de Andrade. Esto me recuerda al ensayo de Agamben, titulado precisamente "K", que trata de desembrollar el enigma de la fascinación por la inicial del autor de las pesadillas burocráticas y la arquitectura de inútil expiación.

K.
Giorgio Agamben

I. Kalumniator
l. En el proceso romano, en el que la acusación pública tenía una parte limitada, la calumnia representaba una amenaza tan grave para la administración de la justicia, que se castigaba al falso acusador marcándole sobre la frente 1a letra K (inicial de kalumniator). Davide Stimilli ha tenido el mérito de mostrar la importancia de este hecho para la interpretación de El proceso de Kafka, que el íncipit presenta sin reservas como un proceso calumnioso ("Alguien debía de haber calumniado a Josef K., porque, sin que él hubiera hecho nada malo, una mañana fue arrestado"). La letra K, sugiere Stimilli, recordando que Kafka mientras se preparaba para la profesión legal había estudiado historia del derecho romano, no se refiere a Kafka, según la opinión común que se remonta a Max Brod, sino a la calumnia.

2. Que la calumnia represente la clave de la novela -y, quizá, de todo el universo kafkiano, tan fuertemente signado por las potencias míticas del derecho- se vuelve sin embargo aún más iluminador si se observa que, puesto que la letra K no reenvía simplemente a kalumnia sino que se refiere al kalumniator, es decir, al falso acusador, esto sólo puede significar que el falso acusador es el propio protagonista de la novela, que, por así decirlo, ha intentado un proceso calumnioso contra sí mismo. El "alguien" (jemand) que con su calumnia ha iniciado el proceso es el mismo Josef K.
Ahora bien, esto es precisamente lo que muestra una lectura atenta de la novela más allá de toda duda. En efecto, aunque K. sepa desde el principio que no es en absoluto cierro que el tribunal lo haya acusado ("Yo no sé si usted está acusado", le dice el inspector ya en la primera entrevista) y que en todo caso su condición de "arrestado" no implica ningún cambio en su vida, busca por todos los medios penetrar en los edificios del tribunal (que no son tales, sino que se encuentran en altillos, trasteros o lavaderos, que quizá sólo su mirada transforma en tribunales) y provocar un proceso que los jueces no parecen tener ninguna intención de iniciar. Además, es K. el que, temerariamente, le admite al juez de inspección durante la primera indagación que no se trata de un verdadero proceso, sino que el proceso existe sólo en la medida en que él lo reconoce. Sin embargo, K. no duda en ir al tribunal, aunque no ha sido citado y es en esa precisa ocasión que admite sin necesidad que ha sido acusado. De la misma manera, durante su conversación con la señorita Bürstner, no dudaba en sugerirle que lo acusara falsamente de agresión (de algún modo, entonces, se había autocalumniado). En último término, esto es precisamente lo que el capellán de la prisión le deja entender a K. como conclusión de su extenso diálogo en la catedral: "El tribunal no quiere nada de ti: te acepta si vienes, te deja ir si te vas". Es decir: "El tribunal no te acusa, no hace más que recibir la acusación que tú te haces a ti mismo".

3. Todo hombre entabla un proceso calumnioso contra sí mismo. Este es el punto de partida de Kafka. Por ello su universo no puede ser trágico, sino sólo cómico: la culpa no existe o, más bien, la única culpa es la autocalumnia, que consiste en acusarse de una culpa inexistente (es decir, de la propia inocencia, y este es el gesto cómico por excelencia).
Este punto concuerda con el principio, enunciado en otro lugar por Kafka, por el cual "el pecado original, el antiguo error que el hombre cometió, consiste en la acusación que él hace y a la que no renuncia, de que se ha cometido un error en su contra, de que el pecado original se ha cometido contra él". También aquí, como en la calumnia, la culpa no es la causa de la acusación, sino que se identifica con ella.
Hay calumnia, en efecto, sólo si el acusador está convencido de la inocencia del acusado, si acusa sin que haya culpa alguna que verificar. En el caso de la autocalumnia, esta convicción se vuelve al mismo tiempo necesaria e imposible. El acusado, en cuanto se autocalumnia, sabe perfectamente que es inocente; pero, en cuanto se acusa, sabe igualmente que es culpable de calumnia, que merece
su marca. Esta es la situación kafkiana por excelencia. Pero ¿por qué K. -por qué todo hombre-se autocalumnia? ¿Por qué se acusa falsamente?

4. La calumnia era percibida por los juristas romanos como una desviación (ellos usaban el término temeritas, de temere, "a ciegas", "al azar", etimológicamente emparentado con "tiniebla'') de la acusación. Mommsen observaba que el verbo "acusar" no parece ser en el origen un término técnico del derecho y que, en los testimonios más antiguos (por ejemplo, en Plauto y Terencio), es usado más en sentido moral que jurídico. Pero es justamente en esta función preliminar con respecto al derecho que la acusación revela su importancia decisiva.
El proceso romano se inicia, de hecho, con la nominis delatio, la inscripción, por parte del acusador, del nombre del denunciado en la lista de los acusados. Accusare deriva etimológicamente de causa y significa "poner en causa". Pero causa, en cierto sentido, es el término jurídico fundamental, porque indica la implicación de una cosa en el derecho (como res significa la implicación de una cosa en el lenguaje), el hecho de que una cosa sea fundamento de una situación jurídica. Desde esta perspectiva, es particularmente instructiva la relación entre causa y res, que, en latín, significa "cosa", "asunto". Ambas pertenecen al vocabulario del derecho y designan lo que está en cuestión en un proceso (o en una relación jurídica). Pero, en las lenguas neolatinas, causa se sustituye progresivamente por res y luego de haber designado la incógnita en la terminología algebraica (así como res, en francés, sobrevive sólo en la forma ríen, "nada"), da lugar al término "cosa" (chose en francés). La "cosa", esta palabra tan neutral y genérica, nombra, en realidad, "aquello que está en causa", aquello que está en el derecho (y en el lenguaje).
La gravedad de la calumnia está entonces en función del hecho de que vuelve a poner en cuestión el principio mismo del proceso: el momento de la acusación. Porque ni la culpa (que no es necesaria en el derecho arcaico) ni la pena definen el proceso, sino la acusación. Es más, la acusación es quizá la "categoría" jurídica por excelencia (kategoría significa en griego "acusación"), sin la cual todo el edificio del derecho se derrumbaría: el poner en causa al ser en el derecho. El derecho es, entonces, en su esencia, acusación, "categoría". Y el ser, puesto en causa, "acusado" en el derecho, pierde su inocencia, deviene "cosa", es decir, causa, objeto de litigio (para los romanos, causa, res y lis [pleito] eran, en este sentido, sinónimos).

5. La autocalumnia forma parte de la estrategia de Kafka en su incesante cuerpo a cuerpo con la ley. Esta pone en cuestión en primer lugar a la culpa, al principio por el cual no hay pena sin culpa. Y, con ella, también a la acusación, que se funda en la culpa (para agregar al catálogo de disparates de Brod: Kafka no se ocupa de la gracia, sino de su opuesto, la acusación). "¿Cómo puede en general ser culpable un hombre?", pregunta Josef K. al capellán de la prisión. Y de algún modo el capellán parece darle razón diciendo que no hay sentencia, sino que "el proceso mismo se transforma poco a poco en sentencia". Un jurista moderno escribió, en el mismo sentido, que en el misterio del proceso, el principio nulla poena sine iudicio [ninguna pena sin juicio] se invierte en aquel, más tenebroso, según el cual no hay juicio sin pena, porque toda la pena está en el juicio. "Estar en un proceso semejante -le dice en determinado momento a K. el tío-significa que uno ya lo ha perdido."
Esto es evidente en la autocalumnia y, de manera general, en el proceso calumnioso. El proceso calumnioso es una causa en la que no hay nada en causa, en la que lo que se pone en causa es la propia puesta en causa, es decir, la acusación como tal. Y allí donde la culpa consiste en dar inicio al proceso, la sentencia sólo puede ser el proceso mismo.

6. Además de la calumnia, los juristas romanos conocían otras dos temeritates u oscurecimientos de la acusación: la praevaricatio, es decir, la colusión entre el acusador y el acusado, simétricamente opuesta a la calumnia; y la tergivetatio, el desistir de la acusación (para los romanos, que veían una analogía entre la guerra y el proceso, el desistir de la acusación era una forma de deserción: tergiversar significa en el origen "dar la espalda"). Josef K. es culpable de estas tres formas: porque se calumnia, porque, en cuanto se autoacalumnia, colude consigo mismo y porque no es solidario con la propia acusación (en este sentido, "tergiversa", busca escapatorias y exige tiempo).

7. Se comprende, entonces, la sutileza de la autocalumnia como estrategia que tiende a desactivar y a volver inoperosa la acusación, la puesta en causa que el derecho le hace al ser. Porque si la acusación es falsa y si, por otro lado, el acusador y el acusado coinciden, entonces es la propia implicación fundamental del hombre en el derecho la que se vuelve a poner en cuestión. El único modo de afirmar la propia inocencia frente a la ley (y a las potencias que la representan: el padre, el matrimonio) es, en este sentido, acusarse falsamente.
Que la calumnia puede ser un arma de defensa en la lucha con las autoridades lo dice con claridad el otro K., el protagonista de El castillo: "Sería un medio de defensa relativamente inocente, pero al final también insuficiente". Kafka, en efecto, es plenamente consciente de la insuficiencia de esta estrategia. Porque el derecho responde transformando en delito la propia puesta en causa y haciendo de la autocalumnia su propio fundamento. No sólo, entonces, el derecho pronuncia la condena en el momento mismo en que reconoce la falta de fundamento de la acusación, sino que además transforma el subterfugio del autocalumniador en su eterna justificación. En la medida en que los hombres no dejan de calumniarse a sí mismos y a los otros, el derecho (es decir, el proceso) es necesario para decidir cuáles acusaciones están fundadas y cuáles no. De este modo, el derecho puede justificarse a sí mismo, presentándose como un baluarte contra el delirio autoacusatorio de los hombres (y, en alguna medida, este realmente ha actuado como tal, por ejemplo, respecto a la religión). Y aunque el hombre siempre fuera inocente, si ningún hombre puede decirse culpable en general, siempre quedaría como pecado original la autocalumnia, la acusación sin fundamento que el hombre formula contra sí mismo.

8. Es importante distinguir entre la autocalumnia y la confesión. Cuando Leni intenta inducirlo a confesar, sugiriéndole que sólo cuando se ha confesado la culpa "uno tiene la posibilidad de escabullirse", K. rápidamente rechaza la invitación. Sin embargo, en cierro sentido, todo el proceso tiende a producir la confesión, que, ya en el derecho romano, vale como una especie de aurocondena. Aquel que ha confesado, recita un adagio jurídico, ya es juzgado (confessus pro iudicato), y la equivalencia entre confesión y aurocondena es afirmada sin reservas por uno de los juristas romanos más autorizados: quien confiesa, por así decirlo, se condena a sí mismo (quodammodo sua sententia damnatur). Pero aquel que se ha acusado falsamente, como acusado, se encuentra por ello mismo en la imposibilidad de confesar, y el tribunal puede condenarlo como acusador sólo si se le reconoce la inocencia como acusado.
En este sentido, la estrategia de K. puede definirse con mayor precisión como la tentativa fallida de hacer imposible, no el proceso, sino la confesión. Por lo demás, afirma un fragmento de 1920, "confesar la propia culpa y mentir son la misma cosa. Para poder confesar se miente". Kafka parece inscribirse, entonces, en una tradición que, en contra del favor del que goza la confesión en la cultura judeocristiana, rechaza decididamente toda confesión; desde Cicerón, que la definía como "repugnante y peligrosa" (turpis et periculosa), hasta Proust, que aconsejaba cándidamente: "No confeséis nunca" (N'avouez jamais).

9. En la historia de la confesión es particularmente significativa su relación con la tortura, a la que Kafka no podía no ser sensible. Mientras en el derecho del período republicano la confesión se admitía con reservas y servía más bien para defender al acusado, en el período imperial, sobre todo para los delitos contra el poder (complot, traición, conspiración, impiedad contra el príncipe), pero también para el adulterio, la magia y la adivinación ilícita, el procedimiento penal implicaba la tortura del acusado y de sus esclavos para extraer su confesión. "Arrancar la verdad" (veritatem eruere) es el lema de la nueva racionalidad judicial que, uniendo estrechamente confesión y verdad, hace de la tortura (en los casos de lesa majestad, extendida también a los testigos) el instrumento probatorio por excelencia. De aquí el nombre de quaestio que la designa en las fuentes jurídicas: la tortura es investigación de la verdad (quaestio veritatis) y es en estos términos que será retomada por la Inquisición medieval.
Una vez en la sala de audiencia, el imputado padecía un primer interrogatorio. Luego de las primeras indecisiones o contradicciones, o incluso sólo porque se declaraba inocente, el juez hacía aplicar la tortura. El acusado era recostado de espaldas sobre un caballete (eculeus, "pequeño caballo": es por ello que el término alemán para tortura, Folter, deriva de Fohlen, "potro"), con los brazos extendidos atrás hacia arriba y las manos atadas con una cuerda que pasaba por una polea, de modo que, cuando el verdugo (quaestionarius, tortor) tiraba, podía provocar la luxación de las clavículas. Además de este primer estadio, del que tomaba su nombre la tortura (de torqueo, "torcer hasta partir"), muchas veces esta implicaba también la fustigación y la laceración con ganchos y rastras de hierro. El ensañamiento en la "búsqueda de la verdad" era tal que la tortura podía prolongarse varios días, hasta obtener la confesión.
 A medida que se difunde la práctica de la tortura, la confesión se interioriza y, de ser una verdad arrancada a la fuerza por el verdugo, se transforma en algo que el sujeto está obligado, desde su conciencia, a declarar espontáneamente. Las fuentes registran con sorpresa los casos de personas que confiesan sin ser acusadas o después de haber sido absueltas en un proceso; incluso en estos casos, sin embargo, la confesión, como "voz de la conciencia'' (confessio conscientiae vox), tiene valor probatorio e implica la condena de aquel que confiesa.

10. La relación esencial entre la tortura y la verdad parece atraer la atención de Kafka de manera casi morbosa. "Sí, la tortura para mí es importantísima -le escribe en noviembre de 1920 a Milena-, no me ocupo más que de ser torturado y de torturar. ¿Por qué? [ ... ] para conocer de aquella maldita boca esa maldita palabra." Dos meses antes, agrega a su carta un pedazo de papel con el dibujo de una máquina de tortura de su invención, cuyo funcionamiento aclara con estas palabras: "Cuando un hombre se ata de esta manera, las dos varas se empujan lentamente hacia afuera hasta que este se parte en dos". Y que la tortura sirve para extraer la confesión lo confirma pocos días antes, comparando su condición a la de un hombre al que se le aprieta la cabeza en una morsa con dos tornillos sobre las sienes: "La diferencia sólo está en esto: [ ... ] que para gritar no espero a que se me ajusten los tornillos para arrancarme la confesión, yo ya me pongo a gritar cuando me los acercan".
Que no se trataba de un interés episódico lo prueba el cuento En La colonia penitenciaria, que Kafka escribe en pocos días en octubre de 1914, interrumpiendo la redacción de El proceso. El "aparato" inventado por el "viejo comandante" es, en efecto, al mismo tiempo, una máquina de tortura y un instrumento de ejecución de la pena capital (el propio oficial lo sugiere, cuando, anticipando una posible objeción, dice: "Entre nosotros la tortura sólo existía en la Edad Media''). Es precisamente porque une en sí estas dos funciones que la pena infligida por la máquina coincide con una quaestio veritatis [cuestión acerca de la verdad] particular, en la que aquel que descubre la verdad no es el juez sino el acusado, que lo hace descifrando la escritura que la rastra le rasga en la carne. "Incluso al más idiota se le abre la cabeza. Empieza por los ojos y se difunde desde allí. Es un espectáculo que podría llevar a cualquiera a hacerse poner bajo la rastra. No ocurre nada más, excepto que el hombre empieza a descifrar la inscripción, fija los labios como si estuviera escuchando. Usted ha visto que no es fácil descifrar la inscripción con los ojos, pero nuestro hombre la descifra con sus heridas. Es un trabajo difícil, se necesitan seis horas para cumplirlo. Pero en ese momento, la rastra lo atraviesa de lado a lado y lo tira en el hoyo, donde se desploma sobre la guata y el agua ensangrentada.

11. Kafka escribió En la colonia penitenciaria durante la redacción de El proceso, y la situación del condenado presenta más de una analogía con la de K. Así como K. no sabe de qué es acusado, en el cuento, el condenado no sabe que lo ha sido. Y tampoco conoce la sentencia ("Comunicársela -explica el oficial-sería inútil. La experimentará en carne propia"). Ambas historias parecen terminar con la ejecución de una sentencia capital (que el oficial del cuento parece infligirse a sí mismo en lugar de al condenado). Pero es la obviedad de esta conclusión lo que hace falta cuestionar. Que no se trata de una ejecución, sino sólo de una tortura, se dice con claridad en el cuento precisamente en el momento en que la máquina se destroza y ya no es capaz de desarrollar su función: "No era una tortura lo que el oficial había querido infligirse, era un real asesinato". El verdadero fin de la máquina es, pues, la tortura como quaestio veritatis; la muerte, como a menudo ocurre en la tortura, es sólo un efecto colateral del descubrimiento de la verdad. Cuando la máquina ya no es capaz de hacerle descifrar al condenado la verdad sobre su propia carne, la tortura le cede el lugar a un simple homicidio.
Es desde esta perspectiva que debe releerse el capítulo final de El proceso. Tampoco en este caso se trata de la ejecución de una sentencia, sino de una escena de tortura. Los dos hombres con chistera, que a K. le parecen actores de segunda clase o simplemente "tenores", no son verdugos en sentido técnico sino quaestionarii [cuestionadores], que tratan de sacarle una confesión que hasta ese momento no le fue requerida por nadie (si es cierro que ha sido K. el que se ha autoacusado falsamente, es quizás la confesión de esta calumnia lo que ellos quieren arrancarle). Esto se confirma por la curiosa descripción de su primer contacto físico con K., que recuerda, aunque en vertical, la tensión de los brazos y la posición del acusado en la quaestio: "Mantenían los hombros pegados detrás de los suyos y en lugar de doblar los brazos, los envolvían a lo largo de los de K. para sujetarlos, aferrándolos por las manos con una habilidad metódica, entrenada e irresistible. K. caminaba rígido y tenso entre ellos, y los tres formaban tal unidad que, si alguien hubiera chocado a uno de ellos [zerschlagen hiitte], los habría chocado a los tres".
Incluso la escena final, donde K. está tendido sobre la piedra "en una posición muy forzada e improbable", es más un acto de tortura que ha terminado mal que una ejecución capital. Y así como el oficial de la colonia penal no logra encontrar la verdad que buscaba en la tortura, también la muerte de K. parece más un homicidio que la conclusión de una quaestio veritatis. Al final, de hecho, no le alcanzan las fuerzas para hacer lo que sabía era su deber: agarrar el cuchillo que de mano en mano le pasaba por encima y clavárselo". Quien se había calumniado a sí mismo podía confesar su verdad sólo torturándose a sí mismo. En todo caso, la tortura, como investigación sobre la verdad, falló en su objetivo.

12. K. (todo hombre) se autocalumnia para sustraerse a la ley, a la acusación que ella parece dirigirle inevitablemente y a la que es imposible sustraerse ("Declararse simplemente inocentes -le dice en un momento el capellán de la prisión-es lo que suelen hacer los culpables"). Pero, al actuar de este modo, termina por parecerse al prisionero al que se refiere Kafka en un fragmento, que "ve levantarse una horca en el patio de la cárcel, cree por error que le está destinada, de noche se escapa de su celda, baja hasta allí y se cuelga". De aquí la ambigüedad del derecho, que tiene su raíz en la autocalumnia de los individuos y se presenta sin embargo como una potencia extraña y superior a ellos.
En este sentido debería leerse la parábola sobre la puerta de la ley que el sacerdote le cuenta a K. en la escena en la catedral. La puerta de la ley es la acusación, a través de la cual el individuo es implicado en el derecho. Pero la primera y suprema acusación es pronunciada por el propio acusado (aunque sea en la forma de una autocalumnia). Por ello la estrategia de la ley consiste en hacerle creer al acusado que la acusación (la puerta) le está destinada (quizá) justo a él, que (quizás) el tribunal exija algo de él, que (quizás) está en curso un proceso que lo implica. En realidad no hay ninguna acusación ni ningún proceso, al menos hasta el momento en que aquel que se cree acusado no se acusa a sí mismo. Este es el sentido del "engaño" ( Tauschung) que, según las palabras del sacerdote, está en cuestión en la parábola ("En los escritos introductorios a la ley se habla de este engaño: delante de la puerta de la ley hay un guardián"). El problema no es tanto saber, como cree K., quién engaña (el guardián) y quién es engañado (el campesino). Ni si las dos afirmaciones del guardián ("ahora no puedes entrar" y "esta entrada estaba destinada sólo a ti") son contradictorias o no. Estas significan en todo caso "tú no estás acusado" y "la acusación te concierne sólo a ti, sólo tú puedes acusarte y ser acusado". Son, pues, una invitación a la autoacusación, a dejarse capturar en el proceso. Por ello la esperanza de K de que el sacerdote pueda darle un "consejo decisivo" que lo ayude, no a influir en el proceso, sino a evitarlo, a vivir lejos de él por siempre, sólo puede ser en vano. En realidad, el sacerdote también es un guardián de la puerta, también él "pertenece al tribunal"; y el verdadero engaño es justamente la existencia de los guardianes, de hombres (o ángeles: custodiar la puerta es, en la tradición hebrea, una de las funciones de los ángeles) -desde el último funcionario hasta los abogados y el juez más alto-, cuyo fin es inducir a los otros hombres a acusarse, a hacerlos pasar a través de la puerta que no conduce a ninguna parte, sino sólo al proceso. Sin embargo, la parábola contiene quizás un "consejo". Se trata no del estudio de la ley, que en sí misma no tiene culpa, sino del "largo estudio de su guardián" (in dem jahrelangen Studium des Tü rhüters), al que el campesino se dedica ininterrumpidamente durante su estadía delante de la ley. Gracias a este estudio, a este nuevo Talmud, el campesino, a diferencia de Josef K., logrará vivir hasta el final fuera del proceso.

(En Desnudez)


El pensador, 1913. Dibujo de Kafka

jueves, 20 de julio de 2017

«No hay azar, sólo hay encuentros», Paul ÉLUARD



Einst dem Grau der Nacht enttaucht..., 
Primero surgido del gris de la noche...
1918 

En este cuadro Paul Klee escribió un poema y luego lo coloreó con acuarelas. El poema es el siguiente:

"Primero surgido del gris de la noche
luego pesado y precioso
y fortalecido por el fuego
de la tarde, impregnado de Dios y curvado.
Por fin etéreo, envuelto en azul
se cierne sobre campos nevados,
hacia cielos estrellados”

miércoles, 19 de julio de 2017

Fotografía de la muchedumbre
Wislawa Szymborska

En la fotografía de la muchedumbre
mi cabeza es la séptima de la orilla,
o tal vez la cuarta a la izquierda,
o la veinte desde abajo;

mi cabeza no sé cuál,
ya no una, no única,
ya parecida a las parecidas,
ni femenina, ni masculina,

las señales que me hace
son ningunos rasgos personales;

quizás la ve el Espíritu del Tiempo,
pero no la mira;

mi cabeza estadística
que consume acero y cables
tranquilísima, globalísimamente;

sin la vergüenza de ser una cualquiera,
sin la desesperación de ser cambiable;

como si no la tuviera en absoluto
a mi manera y por separado;
como si se hubiera desenterrado un cementerio
lleno de anónimos cráneos
en un aceptable estado de conservación
a pesar de su mortalidad;

como si ya hubiera estado allá
-mi cabeza, una cualquiera, ajena-

donde, si recuerda algo,
sea tal vez el profundo futuro.
Nadie
Gonzalo Millán

Las calles están silenciosas
y desiertas. Solamente cruzan
las sombras de los árboles.

No se oyen pájaros, bocinas,
ni siquiera el motor inminente
de un auto siempre aproximándose.

Los ascensores, las escaleras
y pasillos de los edificios, vacíos.

En una cocina un charco
en torno al refrigerador
que se deshiela
con sus bandejas desnudas
y la puerta abierta.

Conservada en el hielo
no hay más que una arveja
muy pequeña, redonda y verde.
La apuesta eterna
Odysseas Elytis

1

Porque un día morderás el nuevo limón
y liberarás
de su interior enormes cantidades de sol.

2

Porque todas las corrientes de los mares
súbitamente iluminadas te enseñarán
a elevar la tempestad al plano ético.

3

Porque incluso en tu muerte serás de nuevo
como el agua al sol
que se enfría por instinto.

4

Porque serás iniciada por los pájaros
y una hojarasca de palabras te vestirá
de lengua griega para que parezcas invencible.

5

Porque una gota culminará
imperceptiblemente tus párpados
más allá del dolor y tras un largo llanto.

6

Porque toda la crueldad del mundo se convertirá en piedra
y te sentarás dominadoramente
con un dócil pájaro en tu palma.

7

Porque tú sola te adaptarás por fin
despacio a la grandeza
del alba y el ocaso.